Euforia, adrenalina, descontrol, locura absurda, sentimientos de energías móviles que te desplazan a miles de kilómetros, te transportan a lugares soñados donde la melodía te concentra en una extenuante ilusión sin fondo y figura, todo se mezcla, se perturba, no hay miedo, pero no sé si existe paz. La risa, la razón quizá de la inmensa locura, pero a la vez placer que se siente, sí, sentir, que alguien me explique qué es el sentir, mmm… jamás, pero qué jamás, lee entre líneas, juega, ríe, perdí mi mente, mis ilusiones y mis pensamientos, quizás quién los tiene, me da miedo, es privado, mi propiedad, es mío, que no lo toquen, que no abran ese archivo, sino mi vida será publicada en la cabeza de una persona mal intencionada como el gran otoño que se encuentra ahí fuera echando a correr los dados con el tiempo, para ver quien comienza este siniestro juego, donde el frío es aliado de ambos lados. Quiero la lluvia, quiero un árbol y quiero el mar, su fuerza inquebrantable, quiero una tregua y un túnel que atravesar, correr sin descansar para cansar mi cuerpo y evitar pensar. Quiero una habitación blanca con óleos de colores para dejar registro de mis sabores, quiero mi vestimenta empobrecida y notas musicales para interpretar mi actuación con dulce ironía. Siento, qué es sentir, tal vez no sienta nada, quiero reír, pero de ironía, quiero maldecir, a la puta vida, pero luego, otra vez, por el puto carajo, pienso en lo absurdo…quiero mi óleo, y quiero ruido para cansar el sonido, quiero gritos enérgicos para luego despertar blanca y sin color en una habitación con gran emoción, escarbar como un perro callejero en busca de mi objeto perdido. La verdad es que lo único que quiero es encontrarme y empezar de cero.
Quiero mi árbol y correr dejando el verde oscuro que convierte mi día en algo absurdo. Todo eso y más quiero.
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